El Cuerpo de Deseos

El Cuerpo de Deseos
Prometeo Encadenado

sábado, 6 de marzo de 2010

Su aspecto y sus funciones - en vimeo y en you tube -


Capítulo IV

SU ASPECTO Y SUS FUNCIONES

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https://www.youtube.com/watch?v=178qsf9IZ2o&feature=youtu.be

Además del cuerpo visible denso y del cuerpo vital, tenemos otro cuerpo compuesto de materia de deseos, con la cual formamos nuestros sentimientos y emociones. Este vehículo también nos impele a buscar la gratificación de los sentidos. Pero mientras los dos primeros están bien organizados, el cuerpo de deseos aparece a la vista espiritual como una nube ovoide que se extiende de 16 a 20 pulgadas más allá del cuerpo denso. Se encuentra sobre la cabeza y debajo de los pies, de manera que, nuestro cuerpo denso está en el centro de esa nube ovoide, igual como la yema se encuentra en el centro del huevo.

La razón del estado rudimentario de este vehículo es que ha sido incorporado a la constitución humana más tarde que los cuerpos más densos. Se puede comparar la evolución de la forma a la manera en que los jugos del caracol se condensan, primeramente en carne y después se transforman en una cáscara dura. Cuando nuestro cuerpo denso actual germinó en el Espíritu, era un pensamiento-forma, pero gradualmente fue haciéndose más denso y sólido, hasta alcanzar la cristalización química actual. El cuerpo vital fue el próximo que emanó del Espíritu, como un pensamiento-forma y se encuentra en su tercera etapa de solidificación que es la etérica. El cuerpo de deseos fue adquirido aún más tarde. También era un pensamiento-forma a su concepción, pero ahora se ha condensado en materia de deseos. La mente, incorporada recientemente, no es más que un pensamiento-forma de aspecto nuboso.
Brazos y piernas, oídos y ojos no se necesitan para funcionar en el cuerpo de deseos, pues se desliza a través del espacio, más rápido que el viento, sin los medios de locomoción que necesitamos en el mundo visible.
Mirando con la vista espiritual al cuerpo de deseos, parece que hay una cantidad de vórtices en movimiento. Es una característica de la materia de deseos, el estar en constante movimiento; y del vórtice principal en el hígado hay un constante fluir irradiante hacia la periferia de este cuerpo ovoide, y un retorno, otra vez hacia el centro pasando por otros vórtices. El cuerpo de deseos irradia todos los colores y matices que conocemos y muchos otros imposibles de describir con nuestro lenguaje terrestre. Esos colores difieren en cada individuo de acuerdo a sus características y a su temperamento y también cambian de un momento a otro según el humor, los caprichos y las emociones pasajeras del individuo. Sin embargo, siempre existe un color básico que depende del planeta regente en el momento de su nacimiento. El hombre, en cuyo horóscopo Marte es predominante, tiene generalmente un color rojizo en su aura. Cuando Júpiter es el planeta más fuerte, entonces el color principal del aura será de un tono azulado, e igual pasa con los otros planetas.
Hubo un tiempo en la historia de nuestra Tierra, cuando la incrustación aún no era completa y los seres humanos de aquel tiempo vivían sobre islas aquí y allá, entre las aguas hirvientes. Todavía no habían evolucionado los ojos y los oídos, pero un órgano pequeño: la glándula pineal, que los hombres de ciencia denominaron el tercer ojo, sobresalía por la parte posterior de la cabeza y era un órgano de percepción, que advertía al hombre cuando se aproximaba demasiado a algún cráter volcánico, permitiéndole así alejarse y escapar de la destrucción. Desde entonces los hemisferios cerebrales han cubierto la glándula pineal y en lugar de un órgano único de percepción, ahora nuestro cuerpo entero, por adentro y por afuera, es sensitivo a los impactos lo que es, por supuesto, un estado mucho más adelantado de desarrollo.
Cada partícula de materia del cuerpo de deseos es sensitiva a las vibraciones similares a las de la vista, del oído y del tacto. Ninguna partícula permanece en reposo, sino que se mueven constantemente girando con increíble rapidez, de manera que encontrándose sobre la cabeza en determinado momento, puede hallarse a los pies el siguiente instante, impartiendo a todas las partículas o átomos del cuerpo la sensación que ha experimentado. De manera que todas las partículas de la substancia de deseos de nuestro cuerpo, experimentarán la misma sensación que experimenta una determinada partícula. Por lo tanto, el cuerpo de deseos es sensitivo en extremo, capaz de los más intensos sentimientos y emociones.
El cuerpo de deseos es el vehículo de los sentimientos y de las emociones, las que están siempre cambiando de un momento a otro. Aunque habíamos dicho que el éter que forma nuestro cuerpo del alma está en movimiento constante y se mezcla con la corriente de la sangre, ese movimiento es lento en comparación con la rapidez de la corriente del cuerpo de deseos.
La materia de deseos se mueve con inconcebible celeridad, sólo comparable con la rapidez de la luz.
Los impulsos del cuerpo de deseos llevan la sangre a través del cuerpo con mayor o menor aceleración, de acuerdo a la fuerza de las emociones.
Actualmente tanto los materiales de las regiones superiores, como de las inferiores, entran en la composición de los cuerpos de deseos de la gran mayoría de la humanidad. Nadie es tan malo, para no tener algún rasgo bueno; lo que está expresado en los materiales de las regiones superiores que encontramos en sus cuerpos. Por otro lado son sumamente escasos los que son demasiado buenos como para no emplear algunos materiales de las regiones inferiores.
De la misma manera que los cuerpos vital y de deseos planetarios interpenetran la materia densa de la Tierra, como vimos en la ilustración de la esponja, arena y agua, así también los cuerpos vital y de deseos interpenetran el cuerpo denso de la planta, del animal y del hombre. Pero durante la vida del hombre, su cuerpo de deseos no tiene la misma forma que sus cuerpos denso y vital. Después de la muerte es cuando asume esa forma, mientras que durante la vida tiene la apariencia de un ovoide luminoso que en las horas de vigilia rodea completamente al cuerpo denso, como la clara envuelve a la yema. Se extiende de doce a dieciséis pulgadas alrededor del cuerpo denso. En este cuerpo de deseos existen cierto número de centros latentes. El despertar de estos centros de percepción correspondería al despertar de los ojos del ciego de nuestro ejemplo anterior. La materia del cuerpo de deseos humano está en un movimiento incesante de increíble rapidez. Ninguna partícula de ella permanece en reposo ni por un sólo instante. La materia que se encuentra sobre la cabeza en determinado momento, puede encontrarse a los pies en el instante siguiente y volver de nuevo a ocupar su sitio primitivo. No existe órgano alguno en el cuerpo de deseos, como en los cuerpos vital y físico, pero hay centros de percepción que, cuando están en actividad, parecen vórtices, permaneciendo siempre en la misma posición con relación al cuerpo denso, encontrándose la mayoría de ellos alrededor de la cabeza. En la mayoría de la humanidad esos centros son simples remolinos y no tienen utilidad alguna como medios de percepción. Pueden ser despertados en todos, sin embargo, hay que tener en cuenta que según los métodos, son los resultados que se consiguen.
En el clarividente involuntario, desarrollado en sentido negativo e inapropiado, estos vórtices giran de derecha a izquierda, o sea en dirección opuesta a las manecillas del reloj.
En el cuerpo de deseos del clarividente voluntario, debidamente desarrollado, giran en la misma dirección que las manecillas de un reloj, fulgurando esplendorosamente y sobrepasando en mucho a la brillante luminosidad del cuerpo de deseos ordinario. Estos centros son los medios de percepción en el Mundo del Deseo, pudiendo aquél ver e investigar a voluntad por su intermedio, mientras que las personas cuyos centros giran de derecha a izquierda, son como espejos que reflejan lo que pasa ante ellos. Tal persona es incapaz de obtener conocimientos reales. Lo mencionado es una de las diferencias fundamentales entre un médium y un clarividente desarrollado.
Para la mayoría resulta casi imposible distinguir entre ambos, pero existe una regla de oro que todo el mundo puede seguir con toda confianza: Ningún vidente genuinamente desarrollado, empleará su facultad por dinero o su equivalente, ni la empleará tampoco para satisfacer la curiosidad, sino únicamente para ayudar a la humanidad.

del libro "El Cuerpo de Deseos", de Max Heindel

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