El Cuerpo de Deseos

El Cuerpo de Deseos
Prometeo Encadenado

sábado, 6 de marzo de 2010

Espíritus apegados a la Tierra y sus Víctimas - en vimeo y en you tube -



Capítulo XII
ESPÍRITUS APEGADOS A LA TIERRA Y SUS VÍCTIMAS

en vimeo, aqui

en you tube, aqui
https://www.youtube.com/watch?v=n2r-V6zcIDo&feature=youtu.be

Para comprender la médiumnidad es necesario saber que al morir se produce la misma separación que durante el sueño, pero la separación es permanente.

Los así llamados muertos poseen un Ego, una mente y un cuerpo de deseos y, a menudo, durante algún tiempo son conscientes del mundo que han abandonado. Algunos se adhieren a la vida terrestre y no consiguen fijar su mente para aprender las nuevas lecciones; nosotros los llamamos "Espíritus apegados a la Tierra". Sin embargo ellos no pueden funcionar en el mundo visible sin cuerpo y, entonces, aprovechan el hecho de que todos los Espíritus vivientes no están confinados o ligados en igual forma a la prisión de su
cuerpo denso. Los que están atados más estrechamente son los materialistas y aquellos que no lo están tanto son los "impresionistas", que son capaces de responder en cierto grado a las vibraciones espirituales. Las personas de ésta última clase de carácter positivo, cuando se adiestran, lo hacen por su propia voluntad y se convierten en ocultistas ejercitados. Pero las personas de voluntad floja pueden solo desarrollarse con la ayuda ajena, de una manera negativa. Ellas son la presa de los Espíritus apegados a la Tierra que se establecen como "Espíritus-Guías" y desarrollan a su víctima en un "médium de trance" o, en caso de que la conexión entre el cuerpo denso y el cuerpo vital sea particularmente floja, lo convierten en un "médium materializador".
Los Espíritus malignos y materialistas, apegados a la Tierra, gravitan a las regiones inferiores del Mundo del Deseo que interpenetra el éter y están en constante y estrecho contacto con las personas que en la tierra se encuentran en situación más favorable para ayudarlos en sus propósitos perversos.
Generalmente permanecen en ese estado de adherencia terrena durante cincuenta, sesenta o setenta y cinco años, pero hay casos extremos en que han podido permanecer así durante siglos enteros. Según las últimas investigaciones del autor, parece que no hay ningún límite respecto a lo que pueden hacer y respecto al tiempo que pueden molestar a su presa. Sin embargo, ellos están acumulando así una carta de pecados muy pesada y no
podrán escapar a la retribución ni a los sufrimientos futuros, pues el cuerpo vital refleja y graba profundamente en el cuerpo de deseos todos sus crímenes. Cuando por fin dejan su víctima y entran en el Purgatorio, allí encuentran la retribución que merecen. Naturalmente sus sufrimientos son de larga duración en comparación con el período en que ellos continuaban sus prácticas nefastas al morir su cuerpo denso y con razón se dice: "Los molinos de Dios muelen lentamente, pero lo hacen muy fino".
Cuando el Espíritu ha abandonado el cuerpo de pecado (como llamamos a este cuerpo en contraste con el cuerpo del alma) para ascender al Segundo Cielo, éste no se desintegra tan rápidamente como el cascarón ordinario que dejan las demás personas, porque su conciencia ha sido aumentada por su composición dual; esto es, que estando compuesto por un cuerpo vital y de deseos, tiene una conciencia individual o personal muy notable. No puede razonar, pero posee una astucia que la hace parecer como si estuviera realmente dotada de una presencia espiritual, de un Ego, lo que le puede permitir una vida separada durante muchos siglos. El Espíritu que ha partido entretanto, entra en el Segundo Cielo, pero no habiendo hecho nada en la Tierra que desee o merezca una estadía prolongada allí o en el Tercer Cielo, se queda sólo lo suficiente como para crearse un nuevo ambiente circundante y renace mucho más pronto de lo usual, para satisfacer su ansia de cosas
materiales, que tanto lo atraen.
En esos casos extremos (personas de naturaleza malvada) en que no ha existido realmente expresión anímica en la vida terrena precedente, no puede producirse la división de que hemos hablado al morir, porque no existe línea divisoria alguna. En esos casos, si el cuerpo vital retornara al cuerpo denso, para desintegrarse allí gradualmente, el efecto de una vida tan maligna no sería tan transcendental pero, desgraciadamente, en esos casos se produce una unión tan fuerte entre el cuerpo vital y de deseos, que impide toda separación.
Ya hemos visto que cuando un ser humano vive mayormente en su naturaleza superior, sus vehículos espirituales se nutren en detrimento de los inferiores.
Inversamente, cuando su conciencia está centralizada en sus vehículos inferiores, los fortifica extraordinariamente.
Debemos comprender que la vida del cuerpo de deseos no termina con la partida del Espíritu, sino que conserva como un residuo de vida y de conciencia.
Es para asombrarse observar, buscando en la Memoria de la Naturaleza, como era predominante este entretejimiento firme entre los cuerpos de deseos y vital hace millares de años y fue muy importante para el autor, por no decir más, el notar que en nuestros tiempos históricos la barbarie había sido tan frecuente y tan brutal y que la fuerza dominaba a la justicia absolutamente y sin protesta.
Se ha enseñado que el egoísmo y el deseo se cultivaban adrede bajo el gobierno de Jehová, para dar incentivo a la acción. Al transcurrir el tiempo los cuerpos de deseos se endurecieron tanto que en el momento del advenimiento de Cristo, casi no existía la vida celestial para los hombres que vivían entonces.
Aún no bastaba a esos pueblos antiguos hacer todo el mal que podían durante su vida e irse luego, pero querían todavía que se mataran a sus caballos de batalla, que se pusieran sus armas en el ataúd, en una palabra, que se hiciera todo lo posible para mantenerlos aquí, pues el éter de las cosas que le pertenecían durante su vida, era una atracción para ellos y un medio para mantenerlos dentro de la atmósfera terrestre. Esto les permitía obsesionar - pues ellos obsesionaban- y errar por sus castillos año tras año y, naturalmente, no eran sólo los ricos o los guerreros, sino también los otros. Además cuando ocurrían contiendas sangrientas donde los hombres se mataban, los fantasmas incitaban a sus parientes a vengarlos y permanecían cerca de ellos ayudándolos a ejecutar su obra sanguinaria.
Así ellos cometían el mal y mantenían el mundo en un torbellino de sangre y luchas y no se puede decir que esta condición se haya cambiado radicalmente en los así llamados tiempos modernos. Por donde quiera que muera una persona cuyo corazón esté lleno de malicia y odio, se produce el entretejimiento de los cuerpos de deseos y vital, lo que la convierte en una amenaza para la sociedad, más grande de lo que se podría imaginar sin haber investigado el asunto. Por esta razón y no por ninguna otra, la pena capital tendría que ser suprimida, para no echar sobre la gente esos caracteres peligrosos que estimulan a los moralmente débiles a seguirles sus pasos.
El Mundo del Deseo es la morada por algún tiempo, de los que han fallecido y podemos decir que los así llamados "muertos" están frecuentemente entre los amigos aún vivientes. Sin ser vistos por los familiares andan ellos por los cuartos donde vivían. Primeramente ellos no se dan cuenta de las mencionadas condiciones, es decir que "dos personas pueden estar en el mismo lugar al mismo tiempo" y cuando ellos se sientan en una silla o a la mesa, un pariente puede ocupar ese asiento que cree desocupado. El hombre a quien llamamos erróneamente "muerto", al principio se apura a desocupar el asiento para no tener alguien sentado sobre él, pero rápidamente se da cuenta que esto no lo molestará en sus nuevas condiciones y que puede quedarse tranquilamente en la silla o sillón, no obstante el hecho que su pariente viviente esté sentado también allí.
Hay otra clase de seres que se convierten, aunque no completamente, inmortales en el mal, por así decir, debido al entretejimiento de sus cuerpos vital y de deseos que los obliga a quedarse en las regiones inferiores del mundo invisible, las más próximas al Mundo Físico donde vivimos.
Esta clase puede ser hallada por muchos años después que hayan abandonado su cuerpo denso. Es un hecho curioso que a veces esas malas personas son buscadas por amigos que han fallecido antes y necesitan ayuda para ponerse en contacto con el Mundo Físico. El autor recuerda de un caso semejante que ocurrió hace unos años, cuando una pariente anciana estaba pasando al otro lado. Ella esperaba ansiosamente ver a su marido que había muerto antes que ella. Pero como él ya había alcanzado al Primer Cielo, sus brazos y su cuerpo ya habían desaparecido y sólo quedaba la cabeza. Por lo tanto él no estaba en condiciones de mostrarse a su esposa cuando se moría y tampoco podía influir sobre las condiciones en que lo hacía, aunque mucho no le gustara. Se estaban haciendo ciertas cosas para demorar la separación del Espíritu de la carne, lo que ocasionó mucha pena a la persona.
En su ansiedad por la condición de su esposa pidió la asistencia de un amigo, cuyo entretejimiento de los cuerpos vital y de deseos le facilitó la manifestación. Este Espíritu tomó un pesado bastón que estaba en el cuarto y con un golpe hizo caer un libro de la mano de la hija de la señora cuando atravesaba el cuarto, lo que asustó tanto a los presentes que ellos dejaron de hacer su demostración, permitiendo así a la madre pasar al más allá. El pobre hombre que hizo esa demostración ya había estado más de veinte años en el mundo invisible y por lo que puede ver el autor no hay ningún signo de disolución del cuerpo de pecado en que se había envuelto; pudiendo quedarse todavía en él dos o tres veces ese tiempo.
El autor estuvo muy receloso respecto a las consecuencias que podría traer la guerra por el probable entretejimiento firme de los cuerpos de deseos y vital, dando así vida a legiones de monstruos para aflicción de las generaciones futuras. Pero ahora, está muy contento de poder proclamar su convicción que no debemos tener temores de esa índole. Solamente cuando la gente mantiene malos pensamientos o pensamientos de venganza con premeditación, persistiendo siempre en su deseo de salir con la suya, de afirmar su derecho y si esos sentimientos son fomentados, ellos endurecen el cuerpo vital y lo entretejen con el cuerpo de deseos. Sabemos por los recuerdos y memorias sobre la guerra mundial, que en las filas de los ejércitos no había malos sentimientos, ni odio uno para con el otro y que los enemigos conversaban como amigos, cuando la casualidad hacía que se encontraran en condiciones donde podían hacerlo. Entonces, aunque la guerra es responsable por la terrible mortalidad actual y será la causa de una deplorable mortalidad infantil en el futuro, es irreprochable respecto a los terribles males generados por la obsesión y los crímenes instigados por esos cuerpos de pecado demoníacos.
Siguiendo esas investigaciones el autor hizo varios experimentos con Espíritus que se encontraban en las regiones superiores del éter habiendo recién fallecido y también con personas que se encontraban ya en el Mundo del Deseo durante mayor o menor tiempo, algunas entre ellas ya casi listas para entrar en el Primer Cielo. Varios Espíritus que habían dejado nuestro mundo prestaron su colaboración para que se experimentara sobre ellos. El
objeto del ensayo era determinar en qué medida sería posible para ellos cubrirse con materiales de la región etérica inferior y con gases. Se observó entonces que las personas que habían fallecido recién podían aguantar bien las vibraciones de los éteres inferiores, pero como eran personas de buen carácter no les gustaba quedarse allí más tiempo de lo necesario, porque se sentían molestos. Pero cuando experimentamos con personas de las regiones superiores del Mundo del Deseo y del Primer Cielo, tomándolas de regiones siempre más elevadas, les resultaba más y más difícil envolverse con éter o bajar en aquel. Todos eran de opinión que descendían a un pozo profundo que los sofocaba. También se observó que nadie en el mundo físico consiguió percibirlos. Tratamos por todos los métodos sugestivos de despertar la percepción de las personas en las casas que visitamos para que sintieran nuestra presencia, pero nuestros esfuerzos fueron inútiles, aunque algunas veces las formas que condensamos eran tan opacas que al autor le parecía que se habían puesto tan oscuras como los cuerpos físicos de las personas cuya atención queríamos atraer. Colocamos los Espíritus con quienes experimentamos entre las personas en cuerpo físico y la luz; sin embargo no tuvimos éxito ni con los Espíritus de las regiones superiores, ni con los que habían recién fallecido que podían, por lo tanto, permanecer en una posición y densidad dadas durante un tiempo considerable.

del libro "El Cuerpo de Deseos", de Max Heindel
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