El Cuerpo de Deseos

El Cuerpo de Deseos
Prometeo Encadenado

sábado, 6 de marzo de 2010

La Región Fronteriza - en vimeo y en you tube -


Capítulo XIII
LA REGIÓN FRONTERIZA

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Es un error creer que el cielo es un lugar de desmedida felicidad para todos.
Nadie puede recoger más felicidad que la que sembró en la Tierra. La medida de nuestra felicidad allí, serán las buenas obras que hicimos en nuestra vida terrestre. El panorama de la vida impreso en nuestros cuerpos de deseos después de la muerte forma las bases de nuestro goce en el cielo, así como fue la causa de nuestros sufrimientos en el Purgatorio.

Hay dos clases de existencia "post-mortem", especialmente vacía y monótona:
la del materialista y la del hombre que se absorbió tanto en sus negocios mundanos que no tuvo nunca el menor pensamiento sobre los mundos espirituales. La razón no hay que irla a buscar muy lejos. Habrá vivido una vida buena y moral, sin haberse dejado arrastrar por ningún vicio de los que tiene que purificarse en las regiones inferiores, purgatoriales, del Mundo del Deseo, pero tampoco ha hecho algún bien que fructifique como sentimientos de felicidad en el Primer Cielo. El haber dado grandes sumas de dinero para construir edificios, iglesias, bibliotecas o parques, no servirá de nada allí, a menos que el dador se haya interesado particularmente en su donación, habiéndose así dado a sí mismo con su dinero. Dar dinero meramente, producirá afluencia de dinero en una vida futura; pero darse a sí mismo es más que dinero, es crecimiento anímico. El hombre de negocios materialista va, por lo tanto, a la cuarta región que es una especie de sitio neutral o límite entre el Purgatorio y el Primer Cielo. Es demasiado bueno para sufrir en el Purgatorio y no es lo bastante bueno para entrar al Primer Cielo. Tiene todavía una aspiración intensa por los negocios. Sin interés, salvo en los deseos que no pueden ser gratificados allí, su vida es de una monotonía nada envidiable, si bien no tiene otro sufrimiento.
El materialista que negó a Dios y tiene la idea de que la muerte es una aniquilación, está en la peor situación de todos. Ve su error, pero estando tan divorciado de las ideas espirituales no puede muy a menudo creer más de que eso es el preludio de la aniquilación. La horrenda expectativa pesa terriblemente sobre esa gente y no es extraño verlos yendo y viniendo murmurando ¿Cuándo acabará ésto? Y lo que es peor de todo, si alguno que sabe trata de informarlos negarán la existencia del espíritu así como la negaron en su vida terrestre, llamándolo visionario por creer que hay algo más allá.
Existen muchas personas (las que creen que cuando un hombre paga sus deudas, es afectuoso con su familia y lleva una existencia moral aquí, entonces su vida post-mortem es feliz) que se encuentran en un estado bastante lastimoso en el mundo del Deseo después de su muerte; es decir hablando desde el punto de vista de su vida actual. Pero lo que necesitamos ahora es cultivar por lo menos alguna tendencia altruista para progresar más lejos que nuestra presente etapa de desarrollo.
En esta cuarta Región del Mundo del Deseo encontramos después de la muerte personas que han descuidado sus deberes superiores. Allí está el hombre de negocios que pagó 100 centavos por el dólar, honesto con todos, trabajando para el provecho de su ciudad y país natal como un buen ciudadano que era, que trató a su esposa y familia con la debida consideración, les dio todo lo que necesitaban para su bienestar etc. Tal vez construyó alguna iglesia, o por lo menos hizo donaciones; o bien construyó bibliotecas o institutos etc., pero no se dio a sí mismo. El se interesaba por la iglesia sólo por consideración a su familia o para ser respetable, pero no le dio su corazón. Todo su corazón estaba en los negocios, en ganar dinero o en hacerse una buena posición social.
Cuando entran en el Mundo del Deseo al morir, son demasiado buenos para el Purgatorio y no lo bastante para ascender al cielo. Han sido justos y honestos con todos y no perjudicaron a nadie y, por lo tanto, no tienen nada que expiar.
Pero tampoco han hecho nada de bueno que podría darles vida en el Primer Cielo donde se asimila el bien de la vida pasada. Por lo tanto se encuentran en la cuarta región -entre el Cielo y el Infierno-. La cuarta región es el centro del Mundo del Deseo y los sentimientos allá son muy intensos. El hombre piensa todavía en los negocios, pero como no puede ni comprar ni vender allí, entonces se encuentra en un estado de indescriptible monotonía.
Todas las donaciones que ha hecho a las iglesias, institutos, etc., no valen nada, porque las dio sin corazón. Solamente cuando damos por amor, valdrá el don para traernos felicidad en el más allá. No importa cuanto vale lo que damos, pero importa con que espíritu lo hacemos. Por lo tanto, está dentro del poder de cada uno el dar, beneficiándose a sí mismo y a otros. Sin embargo, dar plata sin discriminación a menudo hace a la gente extravagante y pobre.
Pero dar la simpatía cariñosamente ayudando a la gente a creer en sí misma y comenzar una nueva vida, con nuevo ardor cuando se han apartado del recto camino, es darnos a nosotros mismos en servicio de la humanidad, de esta manera amontonaremos tesoros en el cielo y damos más que plata. Cristo dijo:
"Los pobres están siempre con nosotros". Tal vez no seremos capaces de convertir los pobres en ricos y quizás esto no sería la mejor solución para ellos, pero podemos ayudarlos a aprender la lección que se encuentra en la pobreza, para que tengan una mejor comprensión de la vida. A menos que esto se haga, no se encontrarán "bien" al fallecer. Sufrirán de una penosa monotonía para que aprendan que es necesario llenar la vida con algo de real valor y, entonces, en una existencia posterior su conciencia los impulsará a hacer algo mejor que producir dólares. Sin embargo, no descuidarán sus deberes materiales, pues ésto es tan erróneo como despreciar los esfuerzos espirituales.

del libro "El Cuerpo de Deseos", de Max Heindel

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