El Cuerpo de Deseos

El Cuerpo de Deseos
Prometeo Encadenado

sábado, 6 de marzo de 2010

Efecto de las emociones sobre los contornos y los colores - en vimeo y en you tube -


Capítulo V

EFECTO DE LAS EMOCIONES SOBRE LOS CONTORNOS


Cristo dijo, "Que brille vuestra luz". A la visión espiritual, cada ser humano aparece como una llama de luz, coloreada de distintos matices, según el temperamento y más o menos brillante, de acuerdo a la pureza del carácter. La ciencia ha descubierto que toda la materia se encuentra como en un estado de "flujo" en que las partículas o átomos que componen nuestros cuerpos se desintegran continuamente y se eliminan del organismo para ser reemplazados por otros que se quedan durante poco tiempo, descomponiéndose luego.

Igualmente nuestros humores, emociones y deseos cambian continuamente, los viejos dando lugar a los nuevos y así, en una sucesión interminable. Por lo tanto, también ellos deben componerse de materia y obedecer a leyes similares a las que gobiernan las substancias físicas visibles.
Veremos ahora como cambia el cuerpo de deseos, por el efecto de los diferentes sentimientos, deseos, pasiones y emociones, para que podamos aprender a construir con sabiduría el templo místico donde moramos.
Cuando estudiamos cualquiera de las llamadas ciencias físicas, como por ejemplo la anatomía o la arquitectura, que tratan de cosas palpables, entonces nuestra tarea está simplificada por el hecho que tenemos palabras adecuadas, para describir las cosas de que nos ocupamos, pero aún entonces, la imagen mental concebida por una palabra determinada, difiere en cada individuo.
Hablando de un "puente", se puede hacer una imagen mental de una gran construcción de hierro, cuyo valor es de un millón de dólares, o se puede pensar en un puentecillo puesto a través de un arroyo. La dificultad que encontramos para comunicar las impresiones exactas, crece a medida que nos esforzamos en transmitir las ideas respecto a las fuerzas intangibles de la Naturaleza, tales como, por ejemplo, la electricidad. Medimos la fuerza de la corriente en voltios, el volumen en amperios y la resistencia del conductor en ohmios, pero en realidad, tales términos son sólo invenciones para cubrir nuestra ignorancia del asunto. Todos sabemos lo que es una libra de café, pero los más eminentes hombres de ciencia no tienen una idea más exacta de los voltios, amperios y ohmios, que un escolar que oye esos términos por primera vez, en eruditos discursos al respecto.
No es de maravillarse entonces que los asuntos superfísicos sean descritos en términos vagos y, a veces, equívocos, pues no tenemos palabras en ningún idioma físico para describirlos correctamente y nosotros nos encontramos desamparados y completamente perdidos, para encontrar descripciones adecuadas respecto a ellos. Aún si fuera posible proyectar sobre la pantalla una cinta cinematográfica del cuerpo de deseos y, así mostrar como este turbulento vehículo cambia de contornos y colores, según las emanaciones, aún así, el que no es capaz de ver esas cosas por sí mismo, no tendría una impresión correcta, pues el vehículo de cada ser humano difiere de todos los otros vehículos, según como responde a ciertas emociones. Lo que en alguno despierta el amor, el odio, la ira, el miedo o alguna otra emoción, puede dejar a otro completamente indiferente.
El autor, con el fin de compararlas, ha observado muchas veces a diferentes multitudes y siempre ha encontrado algo completamente nuevo y distinto de lo que había observado antes. En una ocasión un demagogo estaba tratando de incitar a una confederación de trabajadores a decretar la huelga; él mismo estaba muy excitado y no obstante que su color básico anaranjado obscuro, se percibía un poco, en ese momento estaba casi reemplazado por un color escarlata muy vivo; el aspecto de su cuerpo de deseos recordaba a un puerco espín con sus púas abiertas. Había mucha oposición en el ambiente y, mientras él hablaba, se podía distinguir netamente a los dos bandos, por el color de sus respectivas auras. En los unos predominaba el escarlata de la cólera y, en los otros, este color se mezclaba con el gris, color del miedo.
Lo notable fue que no obstante la mayoría de los hombres "grises", ganaron los otros, pues entre los "miedosos" cada uno se creía sólo y pensaba que no sería apoyado y, por lo tanto, tenía miedo de votar o de expresar su opinión.
Con la presencia de alguien capaz de ver esas condiciones y que hubiera hablado con todos los que manifestaban en el aura su desacuerdo, dándole a cada uno la seguridad que era uno de la mayoría, entonces la marea de la opinión se hubiera volcado al otro lado. Esto ocurre frecuentemente en la vida humana, pues actualmente la mayoría de la gente es solo capaz de ver la superficie del cuerpo físico no puede darse cuenta de como son realmente los pensamintos y los sentimientos ajenos.
En otra ocasión el autor asistió a una reunión de evangelistas donde había miles y miles de personas que vinieron a escuchar a un orador de gran fama.
En el comienzo de la reunión se veía, era evidente por el estado de las auras del público, que la gran mayoría había venido solamente con el objeto de pasar el tiempo y divertirse. Los pensamientos, sentimientos y emociones referentes a la vida privada de cada uno eran bien visibles, pero en algunos un color azul obscuro denotaba la preocupación y parecía demostrar que habían sufrido algún disgusto en la vida y, por lo tanto, estaban molestos. Cuando apareció el orador, se produjo un fenómeno extraño. Los cuerpos de deseos están generalmente en un estado turbulento de movimiento, pero en ese instante parecía como si todo el numeroso auditorio retuviera su aliento en una actitud de expectativa, pues el intercambio de colores en los cuerpos de deseos individuales cesó, dando lugar al anarnajado básico que se hizo bien visible por un instante. Pero en seguida, cada uno volvió a sus actividades emocionales, mientras se tocaba el preludio. Luego, comenzaron a cantar himnos, lo que demostró el valor y el efecto de la música, pues cuando todos se unieron cantando idénticas palabras y la misma melodía, entonces las mismas vibraciones rítmicas que se elevaron a través de todos esos cuerpos de deseos parecían mezclarlos y unirlos en uno solo. Pero había algunos burlones que se apartaban y no querían cantar y unirse con los otros. A la visión espiritual, ellos aparecían como hombres de acero, cubiertos de una armadura de ese color y de cada uno de ellos emanaba una vibración que decía más claramente que lo hubieran dicho las palabras: "Déjame en paz, no me toque".
Alguna voz interior les había traído aquí, pero ellos tenían un miedo bárbaro de dejarse ablandar y, por lo tanto, su aura estaba llena del color gris acero del miedo, que es la armadura del alma contra cualquier interferencia del exterior.
Cuando se terminó el primer canto, la unidad de color y vibración se rehízo casi inmediatamente, cada uno retornó a sus pensamientos habituales y, a menos que se hiciera algo, todos hubieran vuelto a su vida interna habitual.
Pero el evangelista, aunque no podía ver todo esto, ya sabía por experiencias previas, que su auditorio no estaba aún maduro y, por lo tanto, se cantaron varios himnos uno tras otro, al sonido de las manos palmeantes, de los tambores, con gesticulaciones del evangelista y con la ayuda de un coro ejercitado. Entonces, las almas esparcidas se unieron otra vez armónicamente; gradualmente el fervor religioso llenó toda la asamblea y se estableció la unidad necesaria para el próximo paso. Merced a la música, a las gesticulaciones del predicador y al efecto conmovedor de los himnos, este vasto auditorio se había convertido en una alma, pues los hombre de acero, los burlones "grises" que se consideraban demasiado inteligentes para ser engañados (mientras que su verdadero sentimiento era el de miedo) eran una parte insignificante de la congregación. Todos fueron afinados como las
múltiples cuerdas de un gran instrumento y, el evangelista, que se puso frente a ellos era un gran artista que por así decir, tocaba sobre sus emociones.
Conmovió al público de la risa a las lágrimas, de la aflicción a la vergüenza, grandes olas de los colores correspondientes parecían extenderse sobre el auditorio, magníficas y asombradoras. Siguieron las llamada habituales de "levantarse en defensa de Jesús" de hacer penitencia, etc., y cada llamado traía de todo el auditorio una respuesta llena de emoción, lo que se hacía evidente por el color dorado y azul de las auras. Siguieron más cantos, más palmoteo y más gesticulaciones, que, por el momento, prolongaron la unidad y dieron a la asamblea la sensación de experimentar el sentimiento de una fraternidad universal y de la paternidad de Dios. Los únicos que no se conmovieron por la música eran los hombres protegidos por su armadura azulada-grisácea del miedo. Este color parece casi impermeable a cualquier emoción y, aunque las experimentadas por la gran mayoría no iban a durar mucho, de cualquier forma beneficiaron en cierta medida a la reunión, con excepción de los hombres de acero.
Según lo que pudo investigar el autor, el miedo interno de ceder a las emociones (siendo el miedo saturnino en su efecto, gemelo de la ansiedad y preocupación) parece necesitar un choque que saque a la persona afectada fuera de su ambiente, poniéndola en otro lugar y en otras condiciones para eliminar así las viejas. La preocupación y la angustia son estados producidos cuando las corrientes del deseo no se extienden en largas líneas curvadas por ninguna parte del cuerpo de deseos, pero en cambio, este vehículo se llena de remolinos. En casos extremos no hay nada más que remolinos. La persona afectada de esa manera no se atreve a emprender ninguna acción; ve calamidades donde no existen y en vez de generar corrientes para suscitar una acción de prevención contra las cosas que teme, cada pensamiento angustioso forma un remolino en el cuerpo de deseos y, por consiguiente, no hace nada.
Esa condición de preocupación y angustia puede compararse al agua que está por congelarse en una temperatura que está bajando; el miedo que se traduce en escepticismo, cinismo y pesimismo se puede comparar a esta misma agua ya congelada, pues los cuerpos de deseos de esas personas son casi inmóviles y nada que se diga o se haga parece tener efecto alguno. Se dice de ellos que "se esconden en una concha" lo que parece muy acertado y esta concha saturnina debe romperse antes de que sea posible ayudar al hombre y sacarlo de su condición penosa.
Estas emociones saturninas de miedo y preocupación provienen, generalmente, del temor, de las dificultades económicas o sociales. "Tal vez la inversión que yo hice puede resultar en pérdida. Yo puedo perder mi empleo y quedarme en la calle hambriento; todo lo que yo empiezo me sale mal; mis vecinos me calumnian y tratan de dañar a mi posición social; mi mujer (o mi marido) no me quiere más; mis hijos se olvidan de mí"; y miles sugestiones de esta índole se presentan a la mente. La persona afectada debería acordarse que cada vez que se toleran tales pensamientos, ellos ayudan a congelar las corrientes del cuerpo de deseos y construyen una armadura o concha de acero en la cual se encontrará un día encerrado, apartado de todo amor, simpatía y ayuda ajena. Esto le sucederá por haberse complacido y acostumbrado a preocuparse y a tener temores. Por lo tanto debemos empeñarnos en mostrarnos siempre alegres, de buen humor, aún en condiciones adversas,
sino corremos el riesgo de encontrarnos en condición muy seria aquí y en el más allá.
Al comienzo de la Gran Guerra Mundial, Europa hervía de pasiones, pasiones de los que llamamos "vivientes" y, también, entre los muertos, cuando ellos se despertaban. El despertar llevaba mucho tiempo, a causa de los grandes proyectiles empleados (pero de eso hablaremos más adelante). La atmósfera de los países envueltos en la guerra estaba llena de corrientes de ira y de odio; como una nube carmesí obscura colgaba en torno de cada ser humano y sobre la tierra. También colgaban bandas obscuras y negras, el negro como se usa en los funerales, que siempre aparece en el momento de la crisis provocada por una desgracia súbita, cuando la razón no funciona y la desesperación agarra el corazón. La causa de esto reside en el hecho de que los pueblos implicados en la guerra, se daban cuenta que había ocurrido una gran catástrofe que ellos no podían bien comprender. Los cuerpos de deseos de la mayoría giraban a una gran velocidad en largas olas de pulsaciones rítmicas que decían más claramente que las palabras: "Mate, mate y mate".
Cuando dos o tres personas se encontraban o una muchedumbre se reunía y empezaban a discutir sobre la guerra, las pulsaciones rítmicas que demostraban la firme decisión de llevarla a cabo cesaban y los pensamientos y sentimientos tumultuosos generados por la discusión, tomaban la forma de conos que se proyectaban, creciendo rápidamente a la altura de seis a ocho pulgadas, para reventar luego, emitiendo lenguas de fuego. Varias de estas burbujas o conos volcánicos eran generadas a la vez por algunas personas, mientras en los otros se veía uno o dos. Cuando una burbuja se estrellaba en algún lugar, aparecía otra en alguna parte del cuerpo de deseos y así todo el tiempo, mientras duraba la discusión y eran esas llamas las que teñían de escarlata la nube que se extendía sobre la tierra. Cuando la muchedumbre se dispersaba o los amigos se separaban, las burbujas y las erupciones iban disminuyéndose hasta desaparecer, dando lugar nuevamente a las pulsaciones rítmicas mencionadas anteriormente.
Ahora ese estado de cosas (1916) se ve raramente; la ira que explotaba contra el enemigo es cosa del pasado para la mayoría. El color anaranjado básico del aura de las naciones occidentales es visible otra vez y tanto los oficiales como los soldados consideran la guerra como a una partida que se juega; cada uno quiere jugar mejor que el otro para ganar. Por lo tanto la guerra es ahora un medio para demostrar su habilidad, pero muchos de los hermanos legos de la Orden Rosacruz creen que el ambiente de odio y cólera volverá otra vez, si bien en otra forma, cuando cesen las hostilidades y empiecen las negociaciones de paz.
Esta forma de emociones podemos llamarla ira o cólera abstracta y difiere mucho de lo que se observa cuando dos personas se enojan una con la otra en la vida privada, trabándose o no en lucha física. Mirando el lado oculto de la Naturaleza, las hostilidades comienzan antes de que se den los primeros golpes. Puñales dentados formados por materia de deseos se arrojan uno al otro como lanzas, hasta que el furor que los generó se haya consumido. En la cólera patriótica no existen enemigos personales, por lo tanto las formas generadas por el cuerpo de deseos no son tan puntiagudas y explotan sin abandonar a la persona que las originó.
Los "hombres de acero", tan comunes en la vida privada, donde las preocupaciones por mil y una cosas que nunca ocurren, cristalizan una armadura alrededor de la persona, que permite al viejo Saturno afectarla, ahora brillan por su ausencia. El autor se inclina a opinar que la tensión en el ambiente que los rodeaba los obligó a alistarse en el ejército y el choque rompió la armadura y familiarizándose con el peligro, comenzaron a despreciarlo. Tales personas se han beneficiado mucho con la guerra, pues no hay nada peor para el crecimiento del alma que el estado de miedo y preocupaciones continuas.
También es un hecho notable, que aunque los hombres sufren terribles privaciones durante la contienda, la mayoría entre ellos cultivan un matiz de color celeste claro, que demuestra esperanza, optimismo y un principio de sentimientos religiosos, que da un toque de altruismo al carácter. Es una indicación de que el sentimiento universal de camaradería que no conoce distinciones de credo, de color o de patria está creciendo en el corazón humano.
La nube roja del odio está por desaparecer, el velo negro de la desesperación se levantó, no hay más erupciones volcánicas de pasión ni entre los muertos ni entre los vivos, pero de acuerdo a lo que el autor pudo leer respecto al futuro en el aura de las naciones, existe una firme decisión de jugar la partida hasta el fin. Aún en las casas donde la muerte arrebató a muchos miembros, se ve la mima voluntad. Se extraña muchísimo a los muertos, pero no existe odio para con el enemigo terreno.Este sentimiento es compartido por los amigos en el más allá y muchos desgarran el velo, pues la intensidad de su sentimiento, de su anhelo de ver a los que se han ido, está despertando en los "muertos" el poder de manifestarse, atrayéndose cierta cantidad de éter y de gas, que frecuentemente se toma del cuerpo vital de un amigo "sensitivo", igual como los Espíritus materializadores se sirven de un médium en trance.
Así, ojos cegados por lágrimas, son frecuentemente abiertos por un corazón afligido y ocurre que pueden ver, cara a cara, a seres queridos que se encuentran en los mundos invisibles. Tal es el método de la Naturaleza para cultivar el sexto sentido, sentido que permitirá eventualmente hacer saber al hombre que es un Espíritu inmortal y que la continuidad de la vida es un hecho en el cosmos.

del libro "El Cuerpo de Deseos", de Max Heindel
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